Cómo la neurociencia puede transformar: The Five Sciences of Self
Siempre he sido una persona que observa y aprende antes de intentar algo por sí misma, queriendo hacerlo bien a la primera. Este perfeccionismo a menudo me llevó a la indecisión y a la ansiedad por cometer errores o molestar a los demás. De niña e incluso de adulta, yo era la que siempre seguía las reglas.
No fue hasta que terminé el posgrado que me hicieron mi primera evaluación de personalidad, que me abrió los ojos. Me proporcionó el lenguaje para entender y explicar mis patrones de conducta y me conectó con otras personas que compartían rasgos similares. Fue reconfortante encontrar personas como yo, pero también me ayudó a comprender las perspectivas de quienes eran muy diferentes. Nunca tuve problemas para llevarme bien con los demás, pero no siempre entendía por qué actuaban como lo hacían. A los 23 años, la evaluación me enseñó mucho sobre mí misma, pero no apliqué plenamente ese conocimiento en el mundo real. En mi primer trabajo, tuve dificultades porque todavía abordaba el trabajo como una tarea escolar, concentrándome en la ejecución perfecta en lugar de aprender a navegar por las complejidades del lugar de trabajo y la política de la oficina.
Durante tres años, estuve en ese trabajo en el que, a pesar de trabajar en estrecha colaboración con mi supervisor, nunca conectamos más allá de las tareas laborales. Nuestra oficina estaba llena de tensión y yo era cauteloso, tratando de entender las intenciones de todos sin sobrepasar los límites. Incluso completamos una evaluación de comportamiento, pero nunca actuamos en función de los conocimientos que proporcionó.
Dejar la empresa no fue difícil, pero me hizo cuestionarme mi trayectoria profesional. Fue entonces cuando encontré un trabajo en TTI Success Insights. Siempre he creído en el poder de las evaluaciones y me entusiasmaba la perspectiva de trabajar en un lugar que aprovechara su potencial transformador. En TTI, me sumergí en la ciencia que hay detrás de las evaluaciones del talento y me cautivó el compromiso de nuestro equipo con el crecimiento personal y la investigación rigurosa que validó nuestros métodos. Una cosa es llamar a estas herramientas pruebas de comportamiento, pero he aprendido que son mucho más profundas, se basan en la neurociencia y revelan la alineación entre las reacciones subconscientes y los pensamientos conscientes, un nivel de conocimiento que es innegablemente profundo.
Comprenderme mejor a mí mismo ha sido un cambio radical en mis interacciones con mi familia y mis colegas. Es como tener información privilegiada que me ayuda a descifrar nuestras interacciones.
Mi experiencia en el laboratorio cerebral la primavera pasada fue aún más reveladora. Al principio estaba aprensiva, pero el ejercicio de imágenes cerebrales fue una poderosa confirmación de la sanación personal en la que había estado trabajando. Fue esclarecedor ver que las palabras vinculadas a traumas pasados no me afectaron tan fuertemente como esperaba, lo que sugiere que había superado problemas más de lo que me había dado cuenta.
Esta constatación fue liberadora, me mostró que, si bien todavía soy consciente de mi pasado, ya no tiene control sobre mí. De manera similar, fue un placer reconocer los estímulos positivos que resonaron en mí en la pantalla. Una cosa es sentir alegría, pero otra es que la confirmen a través de imágenes cerebrales. Este nivel de autocomprensión es increíblemente validada. Y con este conocimiento, existe la poderosa opción de desentrañarlo y aprender de él.
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Javier Mazarío, CEO de TTI en España
Con décadas de experiencia en el desarrollo de equipos y liderazgo organizacional, me dedico a transformar el potencial humano en éxito tangible para empresas de todo tamaño. Para más insights y estrategias sobre cómo potenciar tu equipo, sígueme en LinkedIn. Unamos fuerzas para crear entornos de trabajo donde la excelencia y la colaboración no sean solo metas, sino realidades cotidianas.